por Cecilia de la C. Herrera Delisle
El que no sabe para donde va, cualquier guagua le sirve.
Como de profundos dolores, mitos, rumores, esperanza, sueños y cambios
atiborran la realidad de nuestra Cuba.
Paisanos en tierra de ticos, guerreando por su “quimera”, a sabiendas que hay
un alto por ciento de posibilidad de que sea pesadilla, no dejan nada atrás pues no encuentran aquí su
realización.
Somos una generación sobreviviente de la dictadura neocolonial, crisis de los misiles, el período especial y de lo que vino
después. Somos una generación con atisbos de postmodernidad, proclive a la
individualización, aspirante en su mayoría a una sociedad de consumo, anhelando
altos niveles de prosperidad, pero no es aquella que vende su alma a los mares
para lograr un sueño.
Desde que fuimos país en el ejercicio pleno de nuestra soberanía, queremos llegar a esa utopía de lo común, a cada cual según su trabajo, a cada cual según su capacidad. Ahora, avocados a un socialismo próspero y sostenible, pero de qué tipo, ¿aspiramos a uno diferente al que fracasó?, ¿qué nombre tiene?...preguntas sin responder. Tal parece que este camino por el que transitamos viene con problemas de visión desde siempre.
Dictaron y discutimos las líneas de nuestro porvenir por
las próximas décadas, se llenó de esperanzas esta isla en el 2011; lo que por
tanto tiempo se esperó por fin se
vislumbra; el cubano que tenga dinero puede ir al hotel, acceso móvil
para todos, la internet en nuestros parques, viaje del cubano al extranjero,
zonas especiales de desarrollo, amigos de los yanquis, aumento del turismo
y…parece que sí, algún día será para todos; pero ese día se tarda.
Desde que fuimos país en el ejercicio pleno de nuestra soberanía, queremos llegar a esa utopía de lo común, a cada cual según su trabajo, a cada cual según su capacidad. Ahora, avocados a un socialismo próspero y sostenible, pero de qué tipo, ¿aspiramos a uno diferente al que fracasó?, ¿qué nombre tiene?...preguntas sin responder. Tal parece que este camino por el que transitamos viene con problemas de visión desde siempre.
La exclusividad de los que tienen la expresión oficial
que se hace pública deja a oscuras importantes análisis que darían un curso a
nuestro futuro, darían luz a cómo podemos guiar nuestro destino y realizarnos a
plenitud. La falta de interpretación y análisis, las escasas explicaciones
referidas a las transformaciones en marcha, sus implicaciones y significados
para el futuro inmediato y mediato del país, y la ausencia de debate y
participación en torno a estos temas, destaca una vez más que hay gente en el
poder que se resiste a cambiar.
Cuba es un país con importantes logros que superan en
mucho los estándares de prosperidad y realización intelectual de los países del
tercer e incluso del primer mundo. Los recursos humanos tienen un alto nivel de
calificación, con grandes perspectivas de inversión en la industria; podemos
regocijarnos por la fortaleza de los principios
y fundamentos del Socialismo y la Revolución; aun bajo el asedio imperial de
más de cinco décadas. Pero nuestra economía trata de salir de los números rojos
que la asedian: desequilibrios en la inversión estatal que afectan el
crecimiento económico, estructura productiva deformada y dependencia elevada
del sector externo, ineficiencia e ineficacia del modelo de gestión de la
economía, baja capacidad real de aprovechamiento del potencial humano y
peligrosa dualidad monetaria.
Con la aprobación de los
lineamientos de la política económica en el VI Congreso del Partido Comunistade Cuba, dos cuestiones emergen y definen de manera decisiva el camino de la
economía cubana: ¿cuál modelo vamos a actualizar? y una segunda, ¿hacia dónde
nos movemos?
Un lustro era el período de
prueba, disposiciones legales importantes han sido tomadas, sin respaldo debido
en nuestra dilatada constitución. Contradictoriamente nadie asume la voz para
explicar porque en Cuba aún vivimos para comer, cuánto tiempo se demora, todo
está caro y difícil; los servicios no crecen en calidad. Cuando lo que está en
juego son las expectativas de cada cubano, sobre todo los limitados en acceso,
es preciso ser más específicos, objetivos y claros.
El vacío informativo en torno a la actualización es
peligroso. No obstante, son muchos los factores que condicionan este panorama.
Creo que uno de ellos es, que a pesar de que hemos dicho lo contario, le
tememos a la oposición de opiniones, a disentir en planos públicos en
cuestiones claves. Pero el debate, bien encaminado, ayudaría a reafirmar la
unidad en propósitos comunes, pero diversa en las visiones de cómo lograrlos.
Debe acentuarse la idea de que en la diferencia de criterios se encontrará el
mejor camino.
La Biblia dice que hay caminos que al hombre le parecen
rectos, perfectos para su vida, pero su fin es muerte. Bajo esta sentencia,
¿por dónde se va la economía cubana? La
actualización implica cambios culturales más allá de las reformas económicas e
institucionales, debe extenderse a prácticas y maneras de hacer y en muchas
ocasiones, crear algunas nuevas. ¿Será posible lograr los cambios por ese
sendero?, ¿cuándo serán evidentes los cambios en la prosperidad personal de los
cubanos? Para mí cubano, esto se demora
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