martes, 2 de febrero de 2016

“A pesar de los pesares, decido mantenerme”.




Texto y fotos: Ailín Viltre Nuviola y Roxana Romero Rodríguez

Las primeras horas del domingo llegan con la novedad de un viaje, no fuera de la provincia y mucho menos del país. El recorrido, esta vez, sería hasta la finca de Emeregildo Rosabal Palomo, Gildito para familiares y amigos; uno de los beneficiarios del Decreto-Ley 259 de 2008, relativo a la entrega de tierras en usufructo.
Tras largas horas de espera, suena un claxon, al fin llegaba el vehículo que nos llevaría hasta El Dagame, dos kilómetros monte adentro desde la carretera de Chile, en el municipio santiaguero de San Luis.
La ausencia del color verde – que a causa de la sequía se va tornando habitual- caracterizaba el desolador panorama; atenuado solo por la entusiasta bienvenida que nos diera la familia del usufructuario,  acompañada de una sonrisa y un “buchito” de café.

A seis años de convertirse en campesino, Gildito trabaja dos hectáreas de tierra; que rinden anualmente entre cuarenta y cien quintales de viandas (esencialmente yuca), maíz y frijoles. Además posee  algunos animales necesarios para el trabajo y la subsistencia familiar.
Sin embargo no todo avanza cuesta arriba. “Los principales problemas radican en las contrataciones, el pesaje, la demora en los pagos a la producción y la delincuencia, pues el robo golpea mucho al campesino”, explicó el agricultor.
De igual modo la Cooperativa de Créditos y Servicios (CCS) Raúl Palomo, a la que está asociado, no ofrece el asesoramiento técnico y los insumos materiales necesarios, para un mayor rendimiento de la finca.

Según el informe emitido por la Delegación de la Agricultura en el municipio San Luis, en enero del presente año, “se ha logrado facilitarle el trabajo a los usufructuarios con la creación de los centros comerciales GELMA, mejorando la gestión logística de los insumos, equipamientos y servicios a los productores”. No obstante, afirma Gildito, “nadie se ha portado por allí”.
Lo cierto es que hay irresponsabilidad de ambas partes. Ni la CCS ha llegado hasta estas tierras, ni el usufructuario se acercó a la entidad cooperativa, en la búsqueda de contratación. De ahí se derivan  problemas con la transportación y comercialización de las producciones, que en estos momentos, se realizan por esfuerzos propios. Ferias, pequeñas empresas y comerciantes particulares, constituyen actualmente los principales mercados.
El Decreto-Ley 259, fue solo el inicio para el estímulo a la producción agropecuaria, principal renglón económico en el municipio. A partir de 2012, es el Decreto-Ley 300 el que regula no solo la entrega de tierras en usufructo, sino la responsabilidad de las entidades cooperativas sobre sus asociados en materia de contratación, transportación y comercialización de las mercancías.Queda pues mucho por andar. Al caer la noche, nosotros emprendimos camino de regreso; convencidos de que solo la correcta aplicación del Decreto-Ley y la voluntad de trabajar, podrán palear los efectos de la sequía y las carencias de instrumentos de trabajo.
Y como dice Gildito: “A pesar de los pesares, decido mantenerme”.

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