Por Javier Labrada García
Calidad, sabor, tradición;
amalgama de adjetivos a la altura de un producto que se ha convertido en la
imagen de la Mayor de las Antillas en el mercado internacional desde su
fundación en noviembre de 1993.
Aparecido tras la fusión de
la Corporación CubaRon S.A. y el grupo francés Pernod Ricard, Habana Club Internacional es una empresa
de capital mixto, responsable de desarrollar la marca y que en los últimos años
ha alcanzado relevantes resultados en sus ventas a nivel global.
Sin embargo una disputa
legal de casi dos décadas puso en entredicho la posibilidad de emplear dicha
marca, y mantuvo enfrentadas a las corporaciones Bacardí (una compañía erigida
por los más famosos productores de ron de Cuba que se exiliaron después de la
revolución de 1959) y Cubaexport, el socio cubano de Pernod Ricard por la
distribución mundial del ron.
El conflicto tuvo su
capitulación hace unas semanas en la Oficina de Patentes y Marcas de los
Estados Unidos donde se decidió que el legítimo propietario es una empresa del
gobierno cubano.
La empresa Bacardí
comercializaba su propio Habana Club
fabricado en Puerto Rico a partir de la receta de la familia Arechabala (los
fundadores de Havana Club), residente en la Florida. Por su parte Pernod Ricard
distribuye actualmente la marca en más de 100 países y vende alrededor de 4
millones de cajas al año.
La decisión de Cubaexport de
renovar la marca en el año 2006 fue el detonante del conflicto. En esa ocasión
la petición fue rechazada por la Oficina de Control de Activos Extranjeros,
bajo el pretexto de que la concesión de una licencia “sería incompatible con la
política de Estados Unidos.”
Más recientemente la empresa
cubana impugnó la solicitud para pagar sus gastos de renovación de la marca del
2006 por otros diez años y le fue concedido.
La tenebrosa mano del
bloqueo volvía a jugar sus cartas. La madeja de leyes que teje sus políticas es
la principal responsable de la legislación que impide el registro del Havana
Club y al mismo tiempo ampara las ventas ilegales de Bacardí, utilizando de
forma fraudulenta la conocida marca de ron cubano.
Este 27 de enero venció el
periodo de licencia que mantenía los derechos de la marca en el país, acordados
en 2006, por lo que el fabricante francés Pernod Ricard deberá nuevamente
lanzarse a la batalla épica de la legalidad, por reclamar un derecho que nunca
le debió ser obstaculizado.
Desde su fundación Havana
Club International ha estado comercializando en todo el mundo la marca de ron Havana
Club producida en Cuba, con excepción al mercado de Estados Unidos, donde las
ventas no son permitidas por el embargo estadounidense a la isla.
Ahora, en el escenario del
proceso de normalización de las relaciones diplomáticas entre ambos países se
espera que La Habana encabece las ventas de ron en Estados Unidos, que según
Reuters, representa un 39% del mercado mundial de ron.
Un libro que ilustra los
manejos ocultos de este conflicto es
Bacardí: la guerra secreta, escrito por el periodista e investigador colombiano
Hernando Calvo Ospina, donde pone al descubierto sus actividades comerciales y
políticas, además de sus vínculos con la CIA y el gobierno de Washington.
De igual forma revela que
desde su nacionalización por el gobierno cubano en el año 1960, el imperio
Bacardí ha participado en la redacción de un sinnúmero de leyes comerciales
donde se especifica que cualquier marca registrada en Cuba no puede ser
reconocida en EE.UU.
“La guerra del ron” ha
iniciado, como la Segunda Guerra Mundial, su viraje radical, pero el final está
muy lejos de avistarse. Mientras, los cubanos esperamos ver desfilar la imagen
de la Giraldilla por las calles del gigante norteño, como un pedazo de la isla
que estuvo en el monstruo… y soportó sus entrañas.
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